31 agosto, 2008

10 - Música, una libreta, y blancas páginas

Son mis necesidades de escritor: un poco de música para entrar en situación; una libretita de esas de propaganda, para anotar cosillas; y unas paginas, reales o virtuales, en las que intentar transmitir mediante el uso de palabras, ordenadas de forma coordenada y coherente, todo aquello que tengo encerrado en mi cabeza y ardo en deseos de contar.

La música que casi siempre utilizo suele ser instrumental; sin voces (porque si no, me pongo a cantar y acabo escribiendo la canción). Generalmente oigo los soundtracks (bandas sonoras) de las películas, pero también echo mano de música de videojuegos o trailers.
Pienso que los tralires son, a veces, mucho mejor que las películas en si. Lo digo porque, además de que en él se resume la película mediante las mejores imágenes (no siempre), la música y el conjunto de videos hacen que se ponga uno a cien por hora con lo que respecta a lo visual de lo presentado.

Lo de las libretas, para mí, es todo un lío. Solo soy capaz de utilizar libretas de propaganda para anotar las cientos de ideas, frases, o palabras (con y sin sentido).
Como conté anteriormente, mi hermano me regaló una libreta muy mona y cara (tipo pijo) para que anotara ideas sobre el libro o relatos que escribo. Lamentablemente, soy incapaz de escribir algo en esa libreta. Solo he escrito unas cuantas frases, y me lo tuve que pensar mucho antes de poner la punta del bolígrafo sobre el papel; debía escribir lo mínimo y de manera exacta. Una locura.
Echando un vistazo a la primera libreta que tuve (una malilla), siento que mancho el papel con mis tonterías, y que no puedo usar una libreta así de pija para escribir idas de olla. Así que, cogiendo prestada la idea de un escritor, (Javier Araguz), utilizaré la divina libreta para que la gente escriba lo que desee: una firma, una frase, un chiste, etc. Sería como una especie agenda de firmas. Una buena y original idea, creo yo.

Las blancas páginas es lo de siempre: contemplarlas produce inactividad. El único remedio factible que he encontrado, es desconectar cada cierto tiempo del proyecto literario que escribo. Es un tiempo en el que renuevo ideas, y me vienen otras nuevas. La única pega es que así tardaré más en finalizar y completar mi libro; Mi sueño y deseo, en realidad.